Una boda tras el confinamiento: la de Marina y Manuel en Madrid

Las bodas vuelven al blog después del parón por vacaciones y hoy os traigo una de las que se han celebrado tras el fin del confinamiento. Una boda celebrada en Madrid en la “nueva normalidad” tras el inicio de la pandemia. La novia se llama Marina y aquí os dejo todos los detalles contados en primera persona por ella, ¡ahí va!

Empezamos a salir un día 13, fuimos a ver nuestra casa un día 13 y ese mismo día la reservamos. Y cómo no podía ser de otra manera, el día 13 era nuestro día así que me pidió que nos casáramos con un anillo precioso con 13 diamantes. La boda sería el 13 de junio de este año.

Teníamos todo preparado y no hacíamos más que mirar el calendario tachando días y con muchas ganas de que llegara el momento, hasta que sólo a 3 meses de la boda, se desató la crisis sanitaria por el Covid que lo puso todo en el aire.

Hubo muchos días de angustia, de no saber cómo tratar la situación, si seguir adelante o posponer la boda. Pero mi ya marido me insistía en que el 13 de junio sería nuestro día, que apostáramos por él que lo íbamos a conseguir.

No importaba tener que cambiar la idea original, lo importante éramos nosotros y poder disfrutar de ese día aunque fuera con los más cercanos.

Y tenía toda la razón. Confiamos en nuestro día y, aunque decidimos hacer una gran celebración el 12 de septiembre con todos los invitados y con lo que teníamos preparado en un principio, empezamos a organizar nuestra boda para el 13 de junio. De una manera más íntima, pero con la misma ilusión y cuidando cada detalle para que fuera el día inolvidable que habíamos soñado y esperado con tanto cariño.

Puedo decir que, a pesar de ser poquitos, la familia y amigos más cercanos, fue la boda más bonita del mundo para nosotros. Desde la ceremonia hasta la celebración no paramos de disfrutar ni un sólo segundo. Fue realmente muy especial.

Ismael Bachiller de Urvan llegó a casa temprano, a dejarnos a mi madre y a mí como princesas. Cuando entró por la puerta creo que nunca había estado tan nerviosa, ilusionada y emocionada a la vez.

Pasamos una mañana increíble con él y nos puso a punto para vivir el mejor día de mi vida.

El vestido que iba a llevar de la diseñadora Raquel Ferreiro no estaba terminado, así que decidí dejarlo para la gran celebración de septiembre y me puse a buscar algo sencillo pero sin perder la esencia que quería que tuviera mi vestido de novia. Elegí un vestido de Malmo, con la espalda al aire, que me pareció ideal y comodísimo para la fiesta. Pero para tener ese efecto “cola” que tanto me gustaba para la ceremonia y las fotos, elegí una especie de capa de Colour Nude. Y con el vestido quedaba justo como quería.

Los zapatos de Just-Ene los tenía desde hacía unos meses, en un azul ideal. El ramo de Elena Suárez, con cardos azules, era tan bonito que no podía dejar de mirarlo. Combinaba a la perfección con el azul de los zapatos.

Por último, me puse los pendientes que me regalaron mis suegros en la pedida, de aguamarinas y diamantes, y el anillo con el que mi marido me pidió matrimonio (el que te he contado antes de los 13 diamantes).

La ceremonia fue en la Basílica de La Milagrosa, en Madrid. Estaba preciosa, con el altar decorado con hortensias blancas verdosas, rosas, eucalipto y otros verdes.

Nos acompañó la voz de Reyes Moraleda, que junto con su organista y el violinista nos pusieron a todos la piel de gallina, haciendo la ceremonia aún más emocionante. Se hacía muy difícil no aplaudir, llorar, o todo a la vez, después de cada pieza.

De verdad, que después de todo lo que habíamos pasado era increíble poder estar disfrutando de una ceremonia tan bonita junto con nuestra familia y amigos más cercanos, y estaba resultando de lo más perfecto y especial.

La celebración fue en Villa Laureana. En la idea original teníamos una villa grande con un jardín enorme donde sería el cóctel. Decidimos dejar este espacio para septiembre, y para nuestro día elegimos el jardín de la villa más pequeña.

Después de la sesión de fotos, pasamos a nuestro jardín en el que estaban todos nuestros invitados para recibirnos. Creo que estaba tan feliz que la sonrisa se salía de mi cara.

Para poder estar todos más cerca, aprovechamos que éramos poquitos, y entre las opciones que nos dieron, optamos por un montaje con un par de mesas imperiales enfrentadas que quedó de maravilla.

La cena fue diversión, cariño y alegría. Después de los meses de angustia, mirar a mi marido y a todos los que nos acompañaban tan felices me parecía mejor que un sueño.

El momento en el que le di mi ramo y una réplica idéntica (ambos de Elena Suárez) a mis amigas, fue muy emotivo, y lo recuerdo como un momento genial de la tarde.

Y cómo no, tras una cena deliciosa, que nuestros amigos nos hicieran el manteo y brindar (muchas veces), ¡tuvimos hasta baile! Lo disfruté como una niña pequeña.

Nuestros proveedores nos dijeron algo que recuerdo con cariño y que creo que resume nuestro día a la perfección: la felicidad de todos ocupaba tanto, que lo llenamos todo de alegría y amor y no se notó que éramos poquitos.

Ramo de novia tonos verdes

Madrina de boda

Boda por la iglesia

Proveedores de la boda en Madrid de Marina y Manuel. Una boda tras el confinamiento.

Vestido de la novia: Malmo 

Capa de la novia: Colour Nude 

Zapatos de novia:  Just-Ene 

Maquillaje y peluqueríaUrvan 

Ramo de novia: Elena Suárez & Co 

Lugar de celebración: Villa Laureana 

Música iglesia: Reyes Moraleda 

Fotógrafo: Sara & Nora photographers 

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